Muchas veces nos olvidamos de lo importante.
– Es un restaurante muy agradable y tiene aparcacoches
– Ya, pero ¿se come bien?
O
– Es un futbolista con gran tirón mediático, vamos a vender muchas camisetas.
– Ya, pero ¿mete goles?
O, a lo que voy.
– Es un abogado estupendo, habla 4 idiomas.-
– Ya, pero ¿sabe Derecho?
Ahora, para entrar en universidades extranjeras, y cada vez más en las españolas, te hacen rellenar un cuestionario en el que no solo se pregunta cuántos idiomas hablas sino en el que también se hacen preguntas como “Diga usted tres veces en las que haya sido líder” ó ¿Qué clase de voluntariado ha hecho usted en los ´últimos cinco años”?. ¿Toca algún instrumento? Esta última pregunta hay que interpretarla como ¿toca algún instrumento raro?
Preguntas como estas han provocado que los padres se preocupen (nos preocupemos) por dar a los hijos mecanismos para tener respuestas a esas preguntas.
Organizan en casa grupos de trabajo, que son fiestas propiamente dichas, (con pizzas, música, cervecita…) para que el niño pueda decir que los organizaba él y que en esas ocasiones era el líder; mandamos a los niños a voluntariados (entre comillas) a sitios remotos, pero apetecibles, a salvar huevos de tortugas en una paradisiaca isla del caribe vestidos de Abercrombi (¿se escribe así?), para poder demostrar en el curriculum que se preocupan por los animales y tienen conciencia social (quizá conciencia animal); torturamos a nuestros hijos con clases de contrabajo o de oboe, para demostrar que el niño es original, toma iniciativas, no se deja llevar por la corriente y eligió (como si hubiera elegido el niño voluntariamente) el instrumento que le gustaba sin dejarse influenciar por los demás.
Es decir, las universidades quieren saber cómo eres realmente y hacen preguntas extracurriculares para ver si el niño tiene conciencia social, liderazgo natural, o iniciativa como concepto vital… pero los padres ya se lo saben y provocan artificialmente todo eso.
Todo ello, claro está a base de talonario de los padres. Si el niño tiene que hacer voluntariado, se lo pago; si el niño tiene que ser líder se lo provoco, creo la situación y se lo pago; si el niño tiene que tener alguna iniciativa rara, le obligo y…. se lo pago.
Con lo cual se frustra la finalidad (que gran frase) perseguida con el cuestionario elaborado por la universidad, es decir, se pervierte el sistema (otra gran frase).
Y ahora, ante dos candidatos a un puesto de trabajo, ¿ustedes que prefieren?.
Uno que aparece perfectamente vestido, con un traje impecable y corbata nueva de marca cara, que estudió en una universidad privada (y carísima) con media de 7,2, que hizo voluntariado en Guatemala buceando con delfines para que no cayeran en las redes de los pescadores, que fue capitán del equipo C de padel de la urbanización en la que vive, y que habla un inglés muy pijo con un magnífico acento pero con un vocabulario limitado o….
…un chaval que aparece con un traje que le queda largo de mangas y corto de piernas, con una corbata pasada de moda, que estudió en una universidad pública de provincias con media de 9,8, que jugaba al futbol en el barrio en campos de tierra, que algún sábado ayudaba a las hermanitas de los pobres de su pueblo sirviendo y limpiando las mesas de los ancianos, que habla un inglés aprendido en la academia de su barrio con un pésimo acento pero con un vocabulario extenso y que ayudaba en el almacén del pequeño negocio de su padre los fines de semana.
Pues ni tanto ni tan calvo. Es importante darles a nuestros hijos la mejor educación que podamos. Pagando, quien pueda, su educación pluridisciplinar o extracurricular o educando con el ejemplo (eso podemos todos).
¿Qué es más importante el que trae un curriculum en el que pone que ha salvado tres jaguares en el Amazonas pero trata con desprecio a la secretaria del entrevistador, o el que viene con un curriculum de provincias pero ayuda a la secretaria a recoger los papeles que se le han caído al suelo?
Lo primero se puede comprar, lo segundo sólo se consigue con la educación… y es gratis.
Todo está muy bien, pero no podemos olvidarnos de lo esencial. Hay que estudiar mucho y prepararse muy bien en aquello que estudies, lo demás suma, pero como no se coma bien, yo no voy a ese restaurante aunque tenga aparcacoches. Lo dicho:
– Es un abogado estupendo, habla 4 idiomas.-
– Ya, pero ¿sabe Derecho?.