Hoy os escribimos con el corazón encogido para compartir una realidad que ya arde en nuestro país: los incendios forestales en España están dejando huellas profundas en nuestro entorno, nuestra economía,.…y en muchas familias.
Lo vemos en los bosques calcinados, como los recientes focos devastadores en León, Zamora y Galicia, donde centenares de hectáreas se han convertido en cenizas y donde incluso el patrimonio natural, como Las Médulas, declarado Patrimonio de la Humanidad, ha sufrido daños irreparables.
Estos fuegos no solo destruyen flora y fauna; también expulsan a poblaciones enteras de sus hogares, provocan pérdidas económicas muy graves y desgarran tejidos sociales ya frágiles.
A nivel social, los incendios dejan tras de sí dolor, evacuaciones multitudinarias y vidas interrumpidas. Familias separadas, pérdidas irreparables y la urgencia de reconstruir, tanto física como emocionalmente.
Económicamente, las cifras son abrumadoras: según la Comisión Europea, el coste de los incendios llega a representar un 4,5 % del PIB español, más de 71.000 millones de euros, una cifra que casi dobla el presupuesto destinado a Defensa. El costo de la extinción, sumado a los daños indirectos en agricultura, infraestructuras, transporte y turismo, eleva la factura a niveles insostenibles.
En lo ambiental, el fuego desestructura ecosistemas completos: destruye hábitats, emite enormes cantidades de CO₂, degrada el suelo y contamina el agua. Además, especies amenazadas y comunidades locales se ven desbordadas por esta emergencia recurrente que exige respuestas coordinadas.
La reconstrucción irá mucho más allá de apagar las llamas: necesitaremos aprender de lo ocurrido, invertir en prevención y cuidar juntos de nuestro entorno para que el futuro de nuestro país no vuelva a quedar reducido a cenizas.