La precaria situación del empleo en las plataformas digitales ha llevado a Bruselas a intentar regular el sector: obligará a regularizar a más de cuatro millones de trabajadores de plataformas digitales. La Comisión Europea ha empezado abordando el asunto más polémico y qué más diferencias ha provocado en los tribunales: quienes trabajan para dichas plataformas, ¿son asalariados o autónomos?
Se entiende que son asalariados si hay algún tipo de control por parte de la empresa. Esto, según el Ejecutivo comunitario, podría suponer la regularización de unos 4,1 millones de falsos autónomos. El objetivo no se queda sólo en las plataformas digitales de reparto, sino que pretende alcanzar a todos los sectores. Esta norma sigue la estela de la ley española de repartidores. Entre los puntos que la directiva comunitaria propone están, por ejemplo, el de que dichas plataformas informen a sus trabajadores -tanto asalariados o autónomos- de los algoritmos que se utilicen para controlar su rendimiento, asegurando además que la supervisión final recaiga sobre una persona y no sobre la tecnología. Declarar el número de trabajadores que tienen, con qué nivel de protección social y bajo qué régimen de cotización, también será obligatorio.
¿Asalariados o autónomos? La Comisión no delimita, pero sí propone una definición
A la hora de establecer ese cierto “control”, Bruselas fija varios criterios. Uno de ellos es que el trabajador pueda negociar la remuneración, ya que si no fuese el caso, podría entenderse que no tiene autonomía. Son también por tanto, concluyentes, el hecho de que exista o no supervisión electrónica o si rechazar encargos tiene consecuencias. Si bien la Comisión desiste de establecer una definición de lo que se entiende como trabajador asalariado -ya que es competencia exclusiva de cada país-, sí proporciona herramientas para identificarlos como tal.
La escena cotidiana de repartidores de diversas plataformas haciendo encargos o repartiendo comida se observa a diario en la mayoría de las calles de muchas ciudades. Son la imagen más representativa de la revolución laboral que traen consigo las plataformas digitales. Las mismas advierten, al igual que lo hicieron en nuestro país, que una regularización de este tipo castigará el empleo.