Me tocan las narices los obsesionados con el deporte. Gente que no ha hecho deporte en su vida, que eran los malos de la clase, los que elegían los últimos para los equipos de futbol o de baloncesto (¿estoy hablando de mi?), y que ahora parece son grandes deportistas de toda la vida. ¡¡¡¡Aaaaamos no me jodas¡¡¡¡¡
– ¿Qué tal este verano?
– Sanísimo, me pasé el verano haciendo deporte.
– O sea que mal, ¿no? ¿un rollazo?
– No, ¡que va¡ fenomenal, haciendo deporte.
No lo entiendo. El deporte se hace porque tienes que hacerlo, porque te obliga el profe, te obliga tu padre a dar clase de tenis, o te obliga tu médico, pero ¿hacerlo porque quieres? Inexplicable.
Hace unos años se murieron dos amigos míos jóvenes por fallo cardiaco. Me asusté y me fui a ver a un cardiólogo que me preguntó si hacía deporte. No le pude mentir, le dije que no hacía nada de deporte. Me hizo las pruebas y me dijo que estaba perfectamente. Luego… (“ergo”… que diría Descartes) el deporte no sirve para nada, le dije. Su respuesta fue fulminante “Es que el deporte a tu edad es malísimo”. Reconozco que esa respuesta es como si te dicen que eres un “hijo de puta encantador”, me gustó lo de que “el deporte es malísimo” (lo de encantador), pero me dolió lo de “a tu edad”(lo de hijo de puta).
En todo caso, el médico me dijo que me tenía que mover y por eso, me apunté a un gimnasio, sí, sí a un gimnasio de los de “verdá”.
Y ahí que fui. Allí estábamos, los cuarentones, bueeeeeno, cincuentones, que nos dividimos en dos tipos: los que van (vamos) en bañador viejo, Adidas Stan Smith, -las de toda la vida, esas que lo mismo valen para montar en moto, que para ir a un encierro a Peñafiel, que para ir a limpiar el trastero o para jugar al squash o al futbol…-, y una camiseta de Pacha, o de Ron Bacardi, o de Las fiestas de Los Molinos de 1989; y los otros cincuentones, los que se han pasado por Decathlon y se han uniformado con ” ropa técnica”. Tócate las narices, esa ropa técnica esta pensada para un cincuentón como Kiril de Bulgaria, pero te la pones tu y no solo se te marcan los pezones a la altura del apéndice, sino que queda perfectamente marcado el ombligo como cúspide de un triponcio conseguido en muchas, muchísimas horas de barra de bar, pinchos de tortilla, ¡una de bravas oiga¡, y muchas cañas. Pero ¿A donde vas así vestido, “pescao”?
Llévate esa ropa al trastero junto con el órgano, la bici estática, la maqueta del Ferrari de Fernando Alonso y vete a andar al Retiro con tu mujer que te va sentar mejor. Y por cierto, los pantalones de ciclista que llevas puestos te marcan lorza hasta en las uñas de los pies.
Que no me gusta hacer deporte, jodé, que no me gusta.
Otra historia. Sentí un dolor fuerte en la ingle. Me asusté y fui a toda clase de médicos. Al final resultó ser una cosa de un hueso que da con un tendón. El médico me prohibió hacer deporte. Por fín, ¡¡¡¡Que alegrón¡¡¡¡…. Es lo que tiene por ir a la privada.
Me voy a hacer sillonbol.
Nastardes.